La web datosmacro.com es muy interesante para el seguimiento de los grandes datos de la economía a nivel mundial. Os recomiendo su consulta frecuente. Sitúa en cada una de las posiciones generales en tiempo real: PIB, prima de riesgo, paro, mercados de valores...
La sigo desde hace mucho tiempo y ha evolucionado muy positivamente: de ser una página sencilla, con un "volcado" de información y poco más, a pasar a ser de pago, con el consiguiente poco éxito, a presentar una interface fácil y amena.
Steve Jobs fue un genio. Y consiguió su objetivo más deseado: dejar una marca en el universo. Como inspiración vital tuvo el ideal de vivir su vida siguiendo su intuición. Pensaba que todo lo que hiciera tendría conexión en un futuro: "los puntos se conectan" era otra de sus ideas básicas. Por eso, el "fracaso" de Next y las dificultades de Pixar más tarde fueron la clave del renacimiento de Apple y los generadores de la nueva revolución tecnológica y cinematográfica más importante de los últimos 35 años.
Aprovecho para enlazar el discurso de clausura de la Universidad de Stanfor de 2005.
Hoy se estrena en España la película sobre su vida.
No la he visto aún, pero conozco bien la biografía de Steve Jobs, y espero verla pronto para comprobar si es buen reflejo de la obra escrita por el autor Walter Isaacson. Steve Jobs es la única biografía autorizada por el propio personaje.
El cliente siempre tiene la razón. Esta es una afirmación
del ABC del marketing y las ventas comerciales. Yo creo siempre tiene la razón…
razonadamente. A veces no la tiene. Otra cosa es que el Euro sea más fuerte.
Pero eso es otra cosa.
Lo que sí es una máxima es que el cliente es el que compra,
el que entrega su dinero por tu producto o tu servicio. Parece lógico, por lo
tanto, que un cliente contento proporcionar más y mejores compraso euros que uno descontento.
Compañías como Apple o Amazon, o mejor, visionarios
empresariales como Steve Jobs y Jeff Bezos lo tienen claro. Para ellos el
cliente es lo primero. La forma de máxima satisfacción del cliente es la
satisfacción del uso del producto, la “experiencia del usuario.”
En el caso de Jobs, la plena y satisfactoria usabilidad de
sus productos y servicios (iPhone como producto, iTunes como servicio) dependía
del control total del hardware y el software. Esto, más uso fácil e intuitivo
(“sin manual de usuario”) le llevaron al control del entorno digital que sería
su siguiente gran revolución (y que tal y como camina actualmente Apple… se
puede quedar en un mero esbozo).
Sin embargo, Jobs, a diferencia de Bezos, no creía en la
orientación del cliente. Para él, el cliente no tenía por qué saber qué quería.
La gran aportación al marketing de Jobs consiste en adelantarse a lo que el
cliente quiere. Siempre recordaba la base de este argumento: decía que Henry
Ford comentaba que si le hubiera preguntado a la gente que qué querían, las
personas hubieran contestado que más caballos que corrieran más. El producto
perfecto y el perfecto uso no están en la mente del cliente.
Bezos, en cambio, sigue apoyándose en el marketing
tradicional: “averigua qué es lo que tus clientes realmente necesitan”.
Salvo este matiz, ambos compartían el mismo objetivo: “Si
ofreces una gran experiencia, los clientes no podrán resistirse a hablar de ella”.
Recientemente, Jeff Bezos ha comprado el periódico The
Washington Post. A priori esto es
algo extraño dado el estado de declive de la prensa escrita. Pero Bezos sabe lo
que hace. Nadie creerá que quiere tirar 250 millones de dólares a la basura. En
un tiempo veremos qué hace, pero ahora mismo declara claramente lo que para él
son las bases de su éxito con Amazon: “Poner al cliente primero. Inventar. Yser paciente.”
Inventar y ser paciente.
¿No son estas pautas generales en el mundo de las empresas y
del management actual?
Cuando Mariano Rajoy llego al Gobierno de España, en
diciembre de 2011, tras ganar las elecciones por mayoría absoluta, tenía dos
caminos para elegir sólo uno por el que empezar a gobernar: el camino de la
propaganda en el peor de los sentidos, del nadar y guardar la ropa, del hacer
aquello que está en el programamaquillando con
comunicación y otras herramientas y técnicas lo que fuera non grato para el pueblo; o el camino de cumplir el programa cuyo
objetivo único era y es el de devolver a España
a la senda del crecimiento económico y como consecuencia la recuperación
del empleo para la población activa, la competitividad de la industria y el
comercio español, la mejora de los sueldos y salarios de los empleados públicos
y privados, etc. En definitiva, la garantía férrea del Estado del Bienestar, al
borde de la quiebra (una vez más como ya ha ocurrido en otras ocasiones en los
últimos 35 años).
Claramente optó por el segundo camino. Pero con salvedades
que ponen de manifiesto precisamente que tiró por esta senda y no otra. Quiero
decir lo siguiente: Rajoy decidió llevar a cabo su programa, pero la realidad
general de España era tal que impedía los mayores propósitos: bajar impuestos,
subir pensiones, inversión en investigación, creación de empleo de inmediato,
etc. Tuvo entonces que optar por tomar medidas no populares no incluidas en su
programa para enderezar el rumbo del país, más aún, para frenar la inercia de
una nación a la deriva con la finalidad de poner la brújula al norte y entonces
empezar a maniobrar según lo programado en las elecciones.
Esta práctica le pondría en la picota, se convertiría en
blanco de todos: de la oposición política, de los sindicatos, de la patronal en
algunos asuntos, de sus votantes, de sus no votantes, de los que ni votaron… En
fin, aquella política, si algo conseguiría no sería precisamente guardar la
ropa del agua. Rajoy se mojaría. Y así Rajoy decidió gobernar sin mirar ni los
votos ni el electorado.
Al fin y al cabo tenía cuatro años por delante.
En diferentes conversaciones políticas con amigos y
familiares he tenido clara esta opinión. Incluso en los últimos meses me ha
atrevido a manifestar que antes de finalizar 2013 tendríamos el anuncio por
parte del Gobierno de España de una rebaja de impuestos, incluso la ejecución
de alguna rebaja de algún impuesto. Aquellos con quienes lo he hablado pueden
dar fe de lo que escribo.
Ayer, en Soutomaior, en el discurso del inicio del curso
político, Mariano Rajoy se comprometió a volver a ese mismo sitio dentro de un
año para “anunciar una bajada de impuestos”.
Creo que existen dos razones detrás de este anuncio: primero, el convencimiento absoluto apoyado
en los números de que España está entrando en la senda de la recuperación
económica y por lo tanto podrá bajar impuestos para seguir estimulando la
economía y meterla en carril; segundo, los votos, la propaganda. Dentro de poco más de dos años, si ningún escándalo o
razón extraordinaria lo aborta, el presidente del Gobierno de España convocará
elecciones generales y para entonces Mariano Rajoy querrá volver a ganar, y por
supuesto con mayoría absoluta, para continuar con su proyecto global político y
con el programa que para entonces escriba. Además, hasta aquella fecha, se
producirán otras elecciones importantes: europeas, municipales, algunas
autonómicas (quizás las autonómicas andaluzas sean muy pronto). Para todo esto,
Rajoy inauguró ayer el tiempo oficial de comunicación y propaganda positiva,
apoyado en los resultados positivos de sus grandes y no aplaudidas decisiones efectuadas
durante la primera mitad de su mandato.
Creo que este modelo es bueno: trabajemos, hagamos las
cosas, en silencio mejor que alardeando o propagando lo hecho, con un objetivo,
con criterio, con profesionalidad, con rigor, corrigiendo los errores que
puedan surgir, con humildad… y si funciona lo que hemos construido, entonces y
no antes vendámoslo. El otro modelo, el de la demagogia, el de la farfulla, el
de la mentira camuflada por bellas palabras, el aborregamiento de la sociedad y
la creación de estómagos llenos agradecidos, sin construir cosas buenas,
haciendo todo a trompicones, sin rumbo, sin profesionalidad, sin criterio… ese
modelo no es bueno. Independientemente del color político este es un patrón que
conduce al fracaso y muerte.