“El capital” es una película francesa de 2012, del director Constantin
Costa-Gavras. La crítica no es buena. La trata de simplista, “didactista”,
esquemática e infantilmente pedagógica. La puntúan entre dos y tres sobre
cinco. En fin… creo que la crítica es acertada.
Sin embargo, dejando a un lado cualquier análisis de corte
cinematográfico, literario, narrativo o incluso artístico, me quedo con dos
puntos reseñables: primero, el protagonista, Marc Tourneuil (encarnado por el
actor Gad Elmaleh), accede a la presidencia del primer banco francés, el Phenix,
lo que le hace tomar plena consciencia de que su preocupación a partir de ese
momento no será otra que la de mantenerse “vivo” en un mundo que nos es más que
un campo plagado de minas; segundo, sólo importan el ego: no importan las
personas como tal, ni tan siquiera el capital, sólo importa el uno mismo, y por
ello las personas y el capital que rodean al ego no son más que elementos
variables a usar al antojo del ego.
Mantenerse vivo en un campo de minas: esa es la preocupación
de muchos altos ejecutivos de muchas compañías. Sobre todo de compañías maduras
que se niegan la oportunidad de avanzar a innovar. Muchas empresas confían su
presente y futuro a personas cuya
preocupación profesional es alcanzar un puesto; y una vez alcanzado,
mantenerlo. No les importa el discurrir de la empresa, el desarrollo de las
personas que la componen, ni si
reputación escrupulosamente profesional. Sólo desean mantener su posición de
poder y dinero.
Sólo importa el ego: ¿qué más da quién haga qué en la
empresa? ¿Aportan el resto de empleados algo al presidente? Incluso aquellos
que te rodean en el ámbito personal: familia, amigos, vecinos… ¿Sirven a la
causa de egoísta y egocentrista? Si la respuesta es “sí” el presidente contará
con ellos. Si la respuesta es “no”… la persona será un pañuelo de papel
La película pone de relieve la el uso fáctico del poder al antojo de la persona y no de la causa
empresarial; como dice la crítica “infantilmente”,
desde luego, pero de forma clara y
rotunda. Esto apunta directamente a la
falta de respeto y responsabilidad de los dirigentes empresariales, y como
consecuencia, a la causa de los fracasos de muchas empresas. Afortunadamente,
otras muchas empresas, muchísimas, trabajan buscando justo lo contrario: el
éxito económico desde la visión de futuro, de colaboración entre las personas
con talento y vocación, sin considerar las minas del terreno ni el ego como
espíritu motor.
“El capital” es una buena película. Merece la pena verla.
Hazlo y luego dime qué opinas.