El domingo 25 de agosto invité a seguir el blog de Manuel Conthe. Me alegro
profundamente.
Ese día comenté que en breve comentaría
alguna de sus entradas. ¿Dos meses es un breve lapso de tiempo? Juzgue usted.
Hoy me alegro de esta recomendación al
leer su post "La crisis 2008-2013". Se trata de un
resumen resumidísimo (permítanme la licencia) sobre la crisis. Cada palabra,
cada frase, cada párrafo recoge perfectamente la realidad de la acontecido en
nuestro país en cuanto a la, una vez más, crisis se refiere. De principio... a
día de hoy.
Conthe finaliza así: "Esperemos que a
los españoles la crisis nos grabe otra enseñanza tan indeleble como
la aversión alemana a la inflación o la americana a las crisis bursátiles: que
el bienestar colectivo de los ciudadanos no pueden asegurarlo ni las leyes
protectoras, ni los políticos bienintencionados, ni los mecanismos
redistributivos; sólo será sostenible si descansa sobre un sólido y amplio
entramado social de empresas competitivas, ciudadanos productivos e
instituciones eficaces."
Me parece brillante: empresas competitivas, ciudadanos productivos, instituciones eficaces. Los tres únicos actores responsables de la situación. Los tres participantes del desastre, pero también de la recuperación. Los tres interesados en que mañana sea un día mejor que el de hoy, que mañana podamos pensar en crecer, en avanzar, en progresar, en aspirar a ser mejores empresas, ciudadanos e instituciones. Sólo tomando conciencia de ser cada uno de ellos (todos somos ciudadanos y luego, muchos, participamos en el desarrollo diario de las empresas y los órganos púbicos) podremos empezar valorar la importancia de aportar al común más que de usurpar de lo común.
El bienestar depende en esencia de esta actitud personal y colectiva. Estoy de acuerdo.
Conthe cree o se cree que los indicadores macroeconómicos parecen apuntar: el fin de la crisis ya está ahí; él cree que 2013 será el último año un lustro negro. Yo también lo creo y me lo creo. Ojalá no nos equivoquemos. Pero recordemos siempre que si es así, dependerá de nosotros tanto la velocidad, como la forma para volver a empezar un nuevo camino de no crisis, y sobre todo un camino que no vuelva a finalizar brusca y dramáticamente en otra situación igual. Por supuesto que el ciclo positivo lo es porque lo hay negativo y viceversa, pero lo positivo y lo negativo no son sinónimos de euforia exuberante ni de hundimiento mísero respectivamente. Dependerá de nosotros.
Y tú ¿qué piensas?