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domingo, 1 de septiembre de 2013

RAJOY: “ESPAÑA HA LEVANTADO CABEZA”



Cuando Mariano Rajoy llego al Gobierno de España, en diciembre de 2011, tras ganar las elecciones por mayoría absoluta, tenía dos caminos para elegir sólo uno por el que empezar a gobernar: el camino de la propaganda en el peor de los sentidos, del nadar y guardar la ropa, del hacer aquello que está en el programa maquillando con comunicación y otras herramientas y técnicas lo que fuera non grato para el pueblo; o el camino de cumplir el programa cuyo objetivo único era y es el de devolver a España  a la senda del crecimiento económico y como consecuencia la recuperación del empleo para la población activa, la competitividad de la industria y el comercio español, la mejora de los sueldos y salarios de los empleados públicos y privados, etc. En definitiva, la garantía férrea del Estado del Bienestar, al borde de la quiebra (una vez más como ya ha ocurrido en otras ocasiones en los últimos 35 años).

Claramente optó por el segundo camino. Pero con salvedades que ponen de manifiesto precisamente que tiró por esta senda y no otra. Quiero decir lo siguiente: Rajoy decidió llevar a cabo su programa, pero la realidad general de España era tal que impedía los mayores propósitos: bajar impuestos, subir pensiones, inversión en investigación, creación de empleo de inmediato, etc. Tuvo entonces que optar por tomar medidas no populares no incluidas en su programa para enderezar el rumbo del país, más aún, para frenar la inercia de una nación a la deriva con la finalidad de poner la brújula al norte y entonces empezar a maniobrar según lo programado en las elecciones.

Esta práctica le pondría en la picota, se convertiría en blanco de todos: de la oposición política, de los sindicatos, de la patronal en algunos asuntos, de sus votantes, de sus no votantes, de los que ni votaron… En fin, aquella política, si algo conseguiría no sería precisamente guardar la ropa del agua. Rajoy se mojaría. Y así Rajoy decidió gobernar sin mirar ni los votos ni el electorado.

Al fin y al cabo tenía cuatro años por delante.

En diferentes conversaciones políticas con amigos y familiares he tenido clara esta opinión. Incluso en los últimos meses me ha atrevido a manifestar que antes de finalizar 2013 tendríamos el anuncio por parte del Gobierno de España de una rebaja de impuestos, incluso la ejecución de alguna rebaja de algún impuesto. Aquellos con quienes lo he hablado pueden dar fe de lo que escribo.

Ayer, en Soutomaior, en el discurso del inicio del curso político, Mariano Rajoy se comprometió a volver a ese mismo sitio dentro de un año para “anunciar una bajada de impuestos”.

Creo que existen dos razones detrás de este anuncio: primero, el convencimiento absoluto apoyado en los números de que España está entrando en la senda de la recuperación económica y por lo tanto podrá bajar impuestos para seguir estimulando la economía y meterla en carril; segundo, los votos, la propaganda. Dentro de  poco más de dos años, si ningún escándalo o razón extraordinaria lo aborta, el presidente del Gobierno de España convocará elecciones generales y para entonces Mariano Rajoy querrá volver a ganar, y por supuesto con mayoría absoluta, para continuar con su proyecto global político y con el programa que para entonces escriba. Además, hasta aquella fecha, se producirán otras elecciones importantes: europeas, municipales, algunas autonómicas (quizás las autonómicas andaluzas sean muy pronto). Para todo esto, Rajoy inauguró ayer el tiempo oficial de comunicación y propaganda positiva, apoyado en los resultados positivos de sus grandes y no aplaudidas decisiones efectuadas durante la primera mitad de su mandato.

Creo que este modelo es bueno: trabajemos, hagamos las cosas, en silencio mejor que alardeando o propagando lo hecho, con un objetivo, con criterio, con profesionalidad, con rigor, corrigiendo los errores que puedan surgir, con humildad… y si funciona lo que hemos construido, entonces y no antes vendámoslo. El otro modelo, el de la demagogia, el de la farfulla, el de la mentira camuflada por bellas palabras, el aborregamiento de la sociedad y la creación de estómagos llenos agradecidos, sin construir cosas buenas, haciendo todo a trompicones, sin rumbo, sin profesionalidad, sin criterio… ese modelo no es bueno. Independientemente del color político este es un patrón que conduce al fracaso y muerte.


Y tú, ¿qué piensas?

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